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“El vacío se transforma en discurso...” 

En sus obras, Carlos I. Faura alude a la poética del vacío, de los huecos e interioridades que constituyen el verdadero sostén de la forma. El vacío se transforma en discurso y se establece entre los ángulos para estimular el tránsito que permite el despliegue del tiempo en el espacio, la formulación de la perspectiva y, en definitiva, la creación de la experiencia.

Como protagonista, el acero oxidado mediante tratamiento con ácidos, formas esquematizadas inspiradas en muchas ocasiones en trabajos de papiroflexia.

La repetición con diferencia y el vacío como desplazamiento de materia y no como ausencia de la misma, son los dos conceptos clave que aunan su trabajo.

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La abstracción generó una alternativa a la tradicional ambición mimética del arte hasta el punto de llegar a configurar el núcleo emblemático de la modernidad. Frente a la posibilidad gestual, el discurso abstracto encontrará en lo geométrico un código regulado por el orden y de aparente validez universal. Esta lógica produjo, al menos, dos situaciones sorprendentes: por un lado, tal y como señaló Rosalind Krauss en su conocido ensayo “La originalidad de la Vanguardia”, lo paradójico de la reivindicación de la retícula como abanderada de la libertad era que resultaba, al mismo tiempo, extremadamente restrictiva en lo que respecta al ejercicio real de la libertad creativa. Por otro, lo abstracto geométrico fue una respuesta al sentido moderno de realidad que significó, en última instancia, la construcción de unas leyes proplas que derivará en una inevitable ininteligibilidad de un arte que, a suvez, pretendía ser universal.

Las líneas anteriores nos sirven como marco conceptual para ayudarnos a discernir la compleja labor de Carlos |. Faura (Madrid, 1988) en su búsqueda de una geometría elocuente. El impulso de investigación le ha llevado al estudio de la herencia de las vanguardias históricas, del rigor matemático e incorpóreo del minimalismo y de la desocupación del espacio de raigambre oteiziana. Pero lejos de acomodarse en la repetición manierista de unos códigos ya establecidos, Carlos |. Faura abre sutiles vías de exploración personal a través de ritmos internos, movimientos centrífugos y puntuales modulaciones cromáticas que crean la posibilidad de desmaterializar el objeto en vibraciones ópticas y efectos luminosos.

 

Una de las claves de la poética de Carlos |. Faura es la repetición de un módulo sobre el cual aplica variantes de escala y de disposición en el espacio. Este último punto no es, ni mucho menos, aleatorio sino que nace de un riguroso encadenamiento relacional que se alimenta del diálogo entre la forma y el vacío. De este modo, el acero oxidado plantea reajustes en la dirección de la mirada para sumirla en un trayecto flexible y rítmico. Materia y vacío interactúan en equivalencia expresiva y tensan el pensamiento dialéctico que existe entre razón y expresividad, conjunto y unidad, asonancia y disonancia. El resultado es una poética donde el vacío no sirve solamente para aclarar la estructura de la materia, sino que se posiciona de manera contundente como núcleo reflexivo.

Carlos Delgado Mayordomo Comisario y Crítico de Arte

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